Los cuentos de Manuel, el coronel
LOBOS
Hace 10 días que mi papá salió a buscar algo de comida y todavía no ha vuelto. Mis hermanitos, que son chiquitos, siguen jugando, a veces lloran por él pero todavía no se dan cuenta que jamás volverá. Mi mamá no me lo quiere decir, pero ya sabe que yo sí me di cuenta. Mientras, comemos gusanos e insectos, y algún otro roedor que se nos cruce en la madriguera. Pronto vamos a tener que partir, como podamos. Es que tarde o temprano nos encontrarán.
Mi abuelo siempre nos contaba las historias que le contaban los humanos a sus hijos y a sus nietos; en ellas, nosotros, los lobos, siempre éramos malos, o casi. Y los perros, nuestros hermanos, nos daban cacería, pues eran los mejores amigos del hombre. Hoy ya un poco más grande entiendo bien por qué mi abuelo nos contaba esas cosas. Nos advertía de cómo muchos hombres ingenuos creían el relato que les contaban los cazadores. En esa época todavía nos llevábamos bien con esos hombres. Pero ahora nos persiguen, nos cazan, nos matan. No aceptan que seamos lobos, pero sobre todas las cosas, no aceptan que queramos serlo. Si ellos no se dan cuenta del error que están cometiendo, seguramente perderemos todo lo que los lobos hemos sido.
Bueno, mi mamá ya cargó a los cachorros. Tengo que irme, nos cambiamos de madriguera. Si alguien lee esta nota, que sepa que los lobos no somos tan malos, sólo somos lobos.
Fin
Dibujó: Daniel Caminos.Dean Funes, Córdoba